Ciudad del Vaticano – El miércoles 6 de agosto de 2025, al concluir la Audiencia General, el Papa León XIV saludó a varios clérigos presentes en la Plaza de San Pedro. Entre ellos se encontraba el padre Miguel Tovar Fernández, joven sacerdote de la diócesis de Cartagena, ordenado hacía apenas un mes.

Cuando el sacerdote comentó al Pontífice que provenía de la ciudad universitaria española de Murcia, León XIV respondió con una sonrisa: «¡Ah, Murcia! Claro que la conozco. Recemos por el joven». El Papa se refería a un niño al que había visitado en el Hospital Bambino Gesù y por quien había pedido oraciones también durante el Jubileo de los Jóvenes.

El padre Miguel relata que el Papa le recomendó no perder nunca la alegría del sacerdocio, una alegría que se alimenta y se custodia a través de la oración. Cuando el joven presbítero le explicó que a Roma lo habían acompañado también sus padres, León XIV exclamó enseguida: «¿Están aquí? ¡Diles que vengan!». Y, dirigiéndose a ellos, añadió: «Felicidades por haber entregado un hijo de 24 años a la Iglesia».

Un encuentro sencillo pero profundamente significativo, que refleja la cercanía pastoral del Papa, su memoria de los lugares y rostros, su proximidad al sufrimiento humano y su afecto sincero por las vocaciones sacerdotales y por los presbíteros que las viven.

d.A.S.
Silere non possum