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Roma - El 28 de agosto de 2024, en la localidad española de Alba de Tormes, comenzó un evento de gran relevancia espiritual y científica: la reconocimiento canónico de los restos mortales de Santa Teresa de Jesús, fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas y una de las figuras más importantes de la mística cristiana. Este proceso, que concluirá con la exposición pública del 11 al 25 de mayo de 2025 y la posterior recolocación en la tumba, representa no solo un acto de veneración, sino también un momento de profundización histórica y antropológica. Preguntamos al Padre Marco Chiesa O.C.D., Postulador General de la Orden de las Carmelitas Descalzas, qué motivó al Instituto a realizar el reconocimiento canónico y a qué fecha corresponde el anterior.

«De la documentación que ha llegado hasta nosotros, no consta que se haya realizado nunca un reconocimiento canónico completo y, sobre todo, un estudio de la conservación de los restos con criterios científicos, así como un tratamiento relativo de los mismos. Sabemos que después de varios conflictos sobre el cuerpo entre Alba de Tormes (donde la santa murió) y Ávila (donde ella se dirigía), los restos mortales encontraron una primera ubicación en una tumba de piedra blanca en el lado izquierdo de la iglesia del Monasterio de Alba. En el siglo XVIII, los reyes de España quisieron regalar una nueva sepultura colocando el cuerpo en una urna de plata y luego en un sarcófago de mármol gris sobre el retablo del altar mayor de la misma iglesia, donde se encuentra aún hoy. Allí descansó la Santa hasta 1914, cuando, por voluntad del Padre General, se hizo una simple apertura, documentada por fotografías. La falta de noticias y datos históricos, unida a las dudas sobre la conservación, en particular del corazón, impulsaron a la Orden a dar este importante paso, comenzando desde el pie derecho (conservado en S. María della Scala en Roma) para luego abordar el largo y exigente trabajo en Alba de Tormes sobre el cuerpo, el brazo, la mano y el corazón. Se puede decir que la intervención ha sido providencial tanto por toda la información científica adquirida como por la conservación de toda la parte cubierta del cuerpo que, a lo largo de los siglos, fue atacada severamente por microorganismos, ahora finalmente erradicados».


¿Qué significa para un hijo del Carmelo llevar a cabo un acto como el reconocimiento canónico, y cuáles son los sentimientos y frutos espirituales que ha experimentado, considerándolo no solo un acto científico, sino principalmente un acto de profunda dimensión espiritual?


«Lo que puede parecer un mero trabajo científico y canónico, siempre lleva consigo un reflejo espiritual importante. De hecho, entrar en contacto con el cuerpo de un Santo —y más aún si es el fundador propio— se convierte en una especie de escucha y diálogo interior de lo que fue su experiencia humana y espiritual, a la que, de alguna manera, aún se puede acceder. Teresa, a pesar de ser plenamente hija de su época, tenía una visión antropológica extremadamente equilibrada y moderna, otorgando al cuerpo humano toda la dignidad que merecía, viéndolo como una especie de “engaste” sobre el cual brilla y se exalta el “diamante” del alma, por lo tanto, estrechamente unidos e interdependientes. Constatar la fragilidad y el sufrimiento de ese cuerpo frente a nuestros ojos y conocer la grandeza del alma a través de sus escritos hace comprender mejor el don de esta mujer extraordinaria y hace “cantar las misericordias de Dios”, como ella misma solía decir».

Mística y reformadora

Santa Teresa de Jesús, también conocida como Santa Teresa de Ávila, nació en 1515 y vivió en una época marcada por profundos cambios religiosos y culturales. Ingresó en el Carmelo a una edad muy joven y vivió un largo proceso interior que la condujo a una profunda unión con Dios. Mística, reformista y escritora, Teresa no se limitó a vivir su fe, sino que se convirtió en una incansable guía espiritual para muchos, fundando junto a San Juan de la Cruz la Orden de las Carmelitas Descalzas. Su reforma no fue solo disciplinaria, sino principalmente espiritual: devolvió la vida carmelita a la simplicidad evangélica y al silencio interior de la oración contemplativa. Autora de obras fundamentales de la espiritualidad cristiana, como El camino de perfección, El castillo interior y El libro de la vida, Santa Teresa dejó un legado que sigue inspirando a creyentes, religiosos y laicos de todas las épocas. Su fuerza interior, su claridad teológica y su extraordinaria humanidad la convierten en una santa “viva”, capaz de hablar todavía hoy al corazón del hombre contemporáneo. En un mundo fragmentado y frenético, su invitación a la oración profunda, al discernimiento y a la libertad interior es más actual que nunca.

¿Qué es el Reconocimiento Canónico?

El reconocimiento canónico es un procedimiento oficial y solemne previsto por la Iglesia católica, que consiste en la inspección, verificación y documentación de las reliquias de un beato o santo. Según lo establecido por la Congregación para las Causas de los Santos en el documento del 17 de diciembre de 2017, el reconocimiento está regulado por normas estrictas que garantizan su validez eclesiástica y científica. Se realiza por diversos motivos: protección de las reliquias, recolocación en nuevos lugares, verificación de la integridad, preparación para la canonización o para una exposición pública. Las fases del reconocimiento deben llevarse a cabo bajo la supervisión de la autoridad eclesiástica competente, con la presencia de expertos en medicina forense, arqueología y antropología, que operan en cumplimiento de las prescripciones canónicas y en un ambiente de oración y sobriedad. Es obligatorio redactar un acta detallada de todo el procedimiento, con fotografías, descripciones y firmas de los presentes, que será custodiada en los archivos eclesiásticos.

El Reconocimiento de Santa Teresa de Jesús

En el caso específico de Santa Teresa de Jesús, el reconocimiento realizado en Alba de Tormes ha tenido una relevancia particular no solo religiosa, sino también científica y cultural. Bajo la dirección del Postulador General OCD, P. Marco Chiesa, y con la supervisión de la Casa General de las Carmelitas Descalzas, los exámenes fueron realizados por un equipo italiano compuesto por los profesores Luigi Capasso, Ruggero D’Anastasio y Jacopo Cilli de la Universidad “Gabriele d’Annunzio” de Chieti-Pescara. Esta investigación permitió no solo documentar el estado de los restos, sino también adquirir datos valiosos que llevaron a la decisión de realizar una reconstrucción científica del rostro de la Santa, según las técnicas forenses más modernas. La obra fue encargada a la escultora forense Jennifer Mann, del Victorian Institute of Forensic Medicine (Australia), quien utilizó metodologías en uso en los Estados Unidos y el Reino Unido, basándose en datos antropométricos y radiografías proporcionadas por la Universidad de Chieti. La reconstrucción —también conocida como aproximación forense— devuelve una imagen realista y conmovedora del rostro de una de las santas más queridas de la cristiandad. Las fotografías y videos de la obra, realizados por Jennifer Mann y Paul Burston, fueron autorizados para su publicación, manteniendo los derechos de los autores.

Misterio y devoción

El informe científico elaborado por el Profesor Luigi Capasso, en colaboración con un equipo de antropólogos e investigadores italianos, ha documentado detalladamente el estado de conservación y las características anatómicas de los restos mortales de Santa Teresa de Jesús, examinados desde el 28 de agosto de 2024. Las reliquias se encuentran en diversos lugares, incluyendo el cuerpo (en la Basílica de Alba de Tormes), la mano izquierda (en Ronda), el pie derecho (en Roma) y el corazón (en Alba). Todos los restos están naturalmente momificados y en un extraordinario estado de conservación, con tejidos blandos, piel, músculos y huesos aún intactos, especialmente en el rostro, que conserva incluso el ojo derecho y parte del cabello. La investigación ha descartado cualquier intervención de momificación artificial y ha confirmado condiciones ambientales adecuadas para la conservación. La Santa presentaba una constitución pequeña (aproximadamente 157 cm de altura), afectada por patologías dolorosas e invalidantes, como cifosis dorsal, artrosis grave en las rodillas, problemas respiratorios y dentales, y un fuerte desgaste óseo debido también a sus intensas actividades, como la escritura. En línea con las fuentes históricas, estas condiciones físicas refuerzan la imagen de una mujer que vivió en el sufrimiento, pero con una extraordinaria dignidad y serenidad, visibles aún hoy en la relajación de los rasgos faciales. Además del análisis antropológico y radiográfico, el reconocimiento incluyó la reconstrucción forense del rostro y el estudio del ADN, el cual aún está en curso, para identificar posibles enfermedades hereditarias. El reconocimiento canónico de Santa Teresa de Jesús no fue solo una operación técnica o histórica, sino un profundo acto de comunión con una figura espiritual que sigue hablando al corazón de los fieles. El respeto por las normas canónicas, unido a la competencia científica y al arte, ha permitido celebrar la memoria de la Santa de una manera nueva, auténtica y accesible también para las generaciones futuras.

M.F.P.
Silere non possum