The Pope has ordered an apostolic visit to all seminaries in Spain. What are the challenges of priestly formation today?

🇮🇹 Seminari spagnoli: arriva la visita apostolica

A pesar de que el Dicasterio para el Clero aún no cuenta con un delegado para los seminarios, la mirada del Papa Francisco se ha centrado últimamente en los seminarios hispanos. “Entre los meses de enero y febrero de 2023, el Santo Padre ha pedido una visita a los seminarios españoles”, informó la Conferencia Episcopal Española.

En esta delicada tarea estarán los excelentísimos monseñores Arturo Eduardo Fajardo Bustamante y Milton Luis Tróccoli Cebedio. Son dos prelados uruguayos. El primero es obispo de Salto y presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay, el segundo es obispo de la diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas. El Santo Padre pidió expresamente “promover la aplicación de la Ratio española de formación sacerdotal (“Formar pastores misioneros”. Plan de formación sacerdotal).

Como es sabido, cada seis años aproximadamente, la Santa Sede envía un visitador apostólico a cada seminario para comprobar el “estado de salud” de la comunidad y de la formación ofrecida. Lo que el Papa ha ordenado, en cambio, es una verdadera visita a todos los seminarios del país.

La Ratio Nacional Española fue aprobada en el año 2019 para adaptarla a la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis “El don de la vocación sacerdotal”, deseada por el Papa Francisco en 2016.

Los desafíos de la formación sacerdotal hoy

La Iglesia católica se enfrenta a una crisis del clero que hay que buscar necesariamente en dos cuestiones: la identidad del sacerdote y su formación.

En cuanto a la identidad sacerdotal, hoy en día los sacerdotes que se toman en serio su ministerio son etiquetados como "fundamentalistas", "tradicionalistas", "rígidos" y demás.

El sacerdote se enfrenta a una verdadera lucha dentro de las parroquias. Una crisis que la Iglesia no está abordando con seriedad, sino todo lo contrario. Además, el Papa no promueve en absoluto un clima favorable. En los últimos días, un programa de televisión italiano ha ido en busca de sacerdotes y obispos en los alrededores del Vaticano. El gesto fue motivado por las palabras del Papa Francisco durante una audiencia concedida a seminaristas y sacerdotes residentes en Roma. El Papa dijo: '[La pornografía] es un vicio que tiene mucha gente, muchos laicos, y también sacerdotes y monjas. El diablo entra por ahí'. Toda la prensa se volvió loca, titulando: "¡El Papa dice que las monjas ven porno!". Ya hemos comentado estas declaraciones en este artículo, sólo podemos confirmar lo que dijimos y subrayar cómo hoy, gracias a las palabras del Papa, los sacerdotes y religiosos son perseguidos aún más que antes. ¿Cómo es posible que el Papa, Vicario de Cristo en la tierra, se permita hacer tales declaraciones? Cuestiones que, además, afectan al foro interno. Desde luego, esta no es la manera de afrontar la crisis de las vocaciones. Cualquier joven de hoy en día desconfiaría de embarcarse en una vida de este tipo y en estas condiciones.

En cuanto a la formación, la respuesta de la Congregación no ha servido para nada. La Ratio, deseada por Francisco, no introduce ninguna novedad en el camino de la formación que, hoy en día, es inadecuado a los tiempos y a las necesidades. Incluso el gran problema de la pedocriminalidad sólo puede resolverse yendo a estas raíces. La formación humana, afectiva y sexual del sacerdote. Si no se parte de ahí, el resto son sólo "titulares de escándalos" y mucho ruido. Si se tiene a las víctimas en el corazón, si se tiene la vida de la Iglesia en el corazón, hay que empezar por las casas de formación y los seminarios. No sólo la pederastia, sino la formación presbiteral debe ser el punto de partida para abordar los problemas que aquejan hoy al ministerio sacerdotal: la soledad, la falta de fraternidad en las diócesis y comunidades religiosas. Por no hablar de la falta de formación teológica y pastoral. Incluso hoy, demasiados candidatos son ordenados sin haber asistido al seminario, sin una sólida formación teológica. No se puede enviar a un joven a una parroquia que no esté preparado, la sociedad actual ya no lo permite. La formación teológica y una vida espiritual firme son absolutamente los elementos que hay que mirar antes de ordenar sacerdotes.

Las grandes innovaciones que han sido propuestas por algunas Conferencias Episcopales y por el mismo Papa son inútiles. Me refiero, por ejemplo, a la introducción de psicólogAs en los seminarios. Más bien, es necesario educar al candidato al sacerdocio para que comprenda sus propias fragilidades y emprenda un camino de madurez humana que necesariamente debe estar desvinculado del espiritual. Ahí, entonces, se hace útil el camino con un psicólogo, que no debe ser elegido por los formadores o superiores sino por el candidato, y el profesional no debe tener relación con nadie más que con su propio paciente. No hay informes que entregar a los superiores, ni chantaje psicológico. El camino debe ser libre y el candidato debe sentir la necesidad de hacerlo, no ser forzado. Ni siquiera nos detenemos en la consideración de la introducción de figuras femeninas en los seminarios, pues ya hemos escrito sobre el tema y lo consideramos ridículo y fruto de alguna "disfunción" de algunos rectores que tienen patologías narcisistas.

Detener la caza de brujas

También en lo que respecta a la formación humana, afectiva y sexual, la Iglesia debe comenzar a hacer un examen de conciencia. No es posible formar personas que se vean obligadas a vivir en la ansiedad por su sexualidad y con la pesadilla de su propia orientación sexual. Hoy, la Iglesia debe hacer verdad consigo misma y admitir que un sacerdote no puede ser evaluado como apto o no apto en función de su orientación sexual. Un método, además, que desencadena sistemas perjudiciales para la propia vida de las comunidades y no sólo de los alumnos individuales. Hemos tratado este tema en dos artículos [aquí] y [aquí]. Los seminarios no pueden ser lugares donde se lleve a cabo una caza de brujas y se utilice a los profesionales de la psicología para señalar a los homosexuales. Los resultados, no hace falta engañarse, no serán más que la promoción de quienes ocultan su orientación sexual, o son "amigos" del rector de turno. El seminario, la casa religiosa, debe centrarse necesariamente en la madurez afectiva, la espiritualidad y la formación cultural. Una vez más, hay que recalibrar los objetivos.

Se trata de preguntar: ¿quién es el sacerdote? ¿cuál es su tarea? La formación no puede diseñarse si el objetivo no está claro. El sacerdote diocesano y secular no puede formarse como el religioso. Si en un seminario imponemos la liturgia comunitaria de las horas, la comida, la cena y todo en comunidad, evidentemente está muy bien. ¿El riesgo? Cuando el joven sea ordenado sacerdote, ¿podrá rezar solo? ¿O le hemos formado tan cerca de la comunidad que, sin ella, estará perdido? ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre lo secular y lo religioso? ¿Lo descubrirá el seminarista una vez ordenado? Aquí, todas estas preguntas debemos hacérnoslas siempre que tengamos una Ratio que escribir. Sobre todo, no olvidemos lo que escribe San Marcos en su Evangelio: "Et fecit Duodecim, ut essent cum illo, et ut mitteret eos praedicare habentes potestatem eiciendi daemonia" Mc 3,14.

Hoy en día, con demasiada frecuencia, hemos olvidado que Cristo eligió a los suyos para estar con él. "ut essent cum illo", sólo después los envió a predicar.

S.I.

Silere non possum